El tan popular movimiento de los Indignados españoles se rinden ante las propuestas de Podemos, el partido político que con apenas 8 meses de vida ha logrado situarse por encima de los tradicionales PP y PSOE en las últimas encuestas de opinión.
El conglomerado que se define como una “iniciativa ciudadana” ha sido ubicado a la izquierda del PSOE en el espectro político. Sin embargo, ellos no quieren ser parte de esa nomenclatura, de hecho, su posición amenaza con quebrar el sistema partidista que ha reinado en España desde la caída del franquismo. Más aún, su principal bandera de lucha es la de ir contra las “castas” existentes.
Los analistas locales han vinculado la capacidad de Podemos de capitalizar el descontento popular con el momento político que vive España. Los escándalos de corrupción han explotado hacia la derecha y la izquierda en el último tiempo. Sin embargo, aún se mantiene una gran interrogante respecto a la capacidad de Podemos para mantenerse fuerte en el tiempo y no ser sólo una alternativa populista que empeore la situación.
”Me preocupa que su programa y su organización no estén a la altura de las expectativas que están generando… Ahora bien, no estoy tan seguro de que tengan la calidad y la solidez necesaria que esperamos que tengan”, sostiene Tomás Navarro, en su columna en el Periódico de Catalunya.
En tanto, Fernando Garea en el diario El País advierte que “Podemos se alimenta sobre todo de los errores de los otros. Por eso una mayoría no ve realistas las propuestas del partido de Iglesias (líder) y no cree que tengan ideas claras, pero inclina la balanza el hecho de que los demás partidos ya hayan demostrado, según los ciudadanos, que no se puede confiar en ellos”.
En este escenario, los partidos tradicionales: el gobernante Partido Popular (derecha) y el hasta ahora hegemónico en la izquierda, Partido Socialista Obrero Español, han debido replantear su situación y actualizar sus estrategias.
El PP, debe lidiar con la acumulación de escándalos en sus filas. Sin embargo, tiene a favor que sigue siendo el único partido importante en la derecha española. No compite por esos votos, aunque de igual modo está viendo cómo –a manos de la abstención electoral- su distancia como partido más votado se reduce.
El PSOE, en tanto, estaría más preocupado, según indica Jaime G. Mora en el diario ABC de España y explica: “porque podrían quedar relegados a un papel menor, en la tercera posición, cuando esperaban remontar con la elección de Pedro Sánchez como secretario general.”
En la misma línea, El País, destaca también que “a Sánchez le resulta sumamente difícil diferenciarse de los Populares. Eso explica su rechazo a firmar cualquier acuerdo”. Y cobra entonces mayor importancia la advertencia de Navarro en el Periódico de Catalunya, cuando dice: “me preocupan las personas que ven como se les puede escapar el poder y las tácticas que pueden llegar a utilizar para no perderlo”.
Así es como Podemos arrasa en Redes Sociales: http://t.co/4hnbbuMoBV
— PODEMOS (@ahorapodemos) November 4, 2014
EN LA MIRA INTERNACIONAL
El fenómeno “Podemos” ha obligado a analizar no sólo la política española, sino también la del resto del mundo. El desgaste del sistema democrático podría tener una nueva arista en el surgimiento de estos populismos.
De hecho, mientras uno de los líderes populistas latinoamericanos, Evo Morales, Presidente de Bolivia, ha respaldado públicamente al Podemos y sus líderes; la firma británica Barclays, advirtió en su último informe que “el fuerte comportamiento del partido de izquierda radical Podemos en las elecciones europeas de mayo podría complicar la formación del Gobierno” y con ello amenazar la recuperación económica.
Luís Rosa, en El diario I on line, de Portugal, sostiene que “Es interesante dar una mirada de cerca a las propuestas de Pablo Iglesias (líder de Podemos). Él fue un decidido defensor del gobierno de Hugo Chávez en Venezuela y un gran admirador de las políticas implantadas por Cristinas Kirchner en Argentina y por Evo Morales en Bolivia. Sus ideas se basan en el odio al capital privado y la defensa del “gran Estado” que les satisface todas las necesidades a los ciudadanos en el nombre de los mal llamados “intereses democráticos”… Tenemos que admitir que los sistemas democráticos y capitalistas actuales necesitan profundas reformas… Pero no será con fáciles (y antiguas) soluciones demagógicas, que atraen a votantes descontentos; que esto se logrará. No repitamos los errores del pasado”