Una colonia de pingüinos pares de Adélie Land, en la Antártida, ha adoptado, con toda normalidad, a un robot disfrazado de pingüino.
Éste fue desarrollado por un grupo de científicos europeos que trabaja junto al documentalista de vida silvestre John Downer, demostrando así el inmenso cariño que pueden regalar los animales frente al ser humano.
El pingüino robot se maneja a distancia, y, básicamente, su función en este experimento es estudiar de cerca a los tímidos pingüinos Emperador, intentando así, también, minimizar la perturbación humana en la investigación sobre estos animales.
Este grupo de científicos de la Universidad de Estrasburgo, en Francia, liderados por Yvon Le Macho, disfrazaron así a un vehículo motorizado de pingüino para así demostrar cómo el cambio climático ha afectado a las colonias de pingüinos.
El robot pingüino fue muy bien recibido.
Los polluelos se acurrucaban y jugaban con él como si fuera real y los pingüinos adultos tampoco se percataron de que era un robot, ya que incluso le cantaban, aunque eso sí, se sentían un poco decepcionados cuando veían que no respondía a sus cánticos.
Con esto, se viene a demostrar que las colonias de animales están predispuestas a repartir todo su amor, sin reticencia alguna, a todo aquel que se acerque a ellos, a diferencia del ser humano que, en circunstancias normales suele ser reacio a lo nuevo y extraño y no suele mostrar sus sentimientos tan fácilmente como los animales.
Pero, además de esta muestra de afecto, lo que está claro es que la ciencia evoluciona y que este tipo de robots van a poder usarse para poder estudiar a otras colonias de animales, además de los pingüinos.