Las tensiones en Gaza y los últimos acontecimientos sangrientos en Jerusalén hacen presagiar momentos complicados para israelíes y palestinos en una lucha que ha pasado de ser de unos pocos a transitar el camino de una guerra religiosa que ha hecho reaccionar a muchos grupos antes inactivos.
Uno de los últimos hechos que marcan el posible destino de un punto sin retorno es la muerte judíos en una sinagoga de Jerusalén, con imágenes realmente impactantes y un desenlace que tuvo a los asesinos también perdiendo la vida en el intercambio sangriento.
El simbolismo de las imágenes, los simpatizantes de Gaza celebrando el hecho y la reacción de los judíos de la región que antes habían permanecido casi como neutrales completan un panorama álgido entre las comunidades, con la proyección de una guerra inminente según analistas internacionales.
El conflicto ha pasado de ser una disputa territorial entre dos grupos sociales históricamente enfrentados a tomar características bélicas con el respaldo de grupos ideológicos y religiosos dispuestos a todo sin importar las consecuencias inmediatas o futuras.
Jerusalén y sus intereses sociales, políticos y religiosos
Los judíos quieren que el templo se restaure y los palestinos tienen a la mezquita Al Aqsa, construida sobre las ruinas del viejo templo, como el tercer sitio más sagrado del Islam. A eso se le suman puntos de vista políticos, económicos y el legado social de una región habituada al conflicto.
Es común escuchar y leer en la prensa de ambos bandos que los actos de violencia se producen debido a la incitación de los líderes, con lo que la población alimenta esa sensación de rivalidad, las tensiones se multiplican y la vida continúa en ese extraño sentido irreversible.
Un acuerdo final todavía es una opción
En medio de este panorama, los optimistas aún creen en alcanzar un acuerdo entre Israel y Palestina. Las declaraciones de las autoridades israelíes señalando que podrían ceder un territorio de Gaza a los palestinos parece un buen punto de partida, pero el conflicto está tan arraigado y, en muchas ocasiones, alimentado por diferentes sectores, que no parece realista pensar en su final.
Pero para retomar las conversaciones será primordial dejar las acusaciones entre líderes políticos, bajar las tensiones sociales y aumentar la seguridad, un conjunto de acciones que no se ven nada cercanas a la realidad. Los civiles siguen pereciendo y la religión es la razón y la pena de tantas muertes que lucen como una triste vía haca una guerra que muchos parecen buscar.