Si algo es cierto es que los perros y los niños, cuando nos miran con esa cara de no haber roto un plato, son capaces de desmoronar cualquier tipo de autoridad que se intente implantar.
Pues bien, esto es lo que le pasó a un padre, que sorprendió a sus dos hijos jugando con pintura y viendo el desastre que habían organizado, el progenitor, decidió pedir explicaciones a estos y, ante las mismas, no puede dejar de hacer otra cosa que olvidarse de la autoridad o el castigo que les pretendía imponer, ya que se ablanda, fácilmente, con la cara que estos les ponen mientras los graba.