Enrique Peña Nieto comenzó su mandato con muchas ideas, reformas económicas que buscaban un impacto social y una mejora en la imagen internacional del país, pero se ha tropezado con las mismas piedras que quiso esquivar en sus primeros dos años como presidente de México: la inseguridad ciudadana y el alto índice de violencia.
Desde que llegó al poder, Peña Nieto intentó dar un vuelco a la percepción de la comunidad internacional sobre México y apostó por modificaciones sustanciales a nivel económico, que lo pusieron en las portadas de los medios más prestigiosos del mundo.
Sin embargo, entrando al último mes de 2014 las circunstancias han cambiado. O quizás sólo han salido a flote los problemas que el presidente de México quiso ocultar con sus revolucionarias intenciones que captaron la atención internacional pero que igualmente han encontrado trabas para entrar en funcionamiento en el ámbito nacional.
Muchas de las reformas que Peña Nieto trató de implementar están todavía en vías de discusión y buscando superar obstáculos políticos o legales para llegar a buen puerto, por lo que la gestión de su Gobierno ha llegado a punto clave, una encrucijada que lo tiene entre la espada de la inconformidad del pueblo y la pared de las dificultades para progresar.
Inseguridad y violencia ganan protagonismo
El objetivo de Enrique Peña Nieto fue cambiar el panorama global de México y enfocar su gestión en mejoras económicas que propiciaran una movilidad social suficiente para paliar algunos flagelos internos, pero se ha encontrado con la realidad de frente y su presidencia se encuentra “amenazada” por los mismos problemas que han tenido sus antecesores en el cargo.
Hace unos días, el jefe del despacho del presidente, Aurelio Niño, reconoció que “la agenda de seguridad fue ampliamente insuficiente” y que los hechos de Iguala con la desaparición de estudiantes con la municipalidad y el cuerpo de policía involucrados, destapó la olla de presión sobre el tema.
El máximo mandatario mexicano quiso presentar una rápida reacción ante la crisis que se le presenta con una reforma profunda en términos de seguridad y estructura política a nivel federal, pero sólo el tiempo dirá si su gestión se recuerda por los intentos (fallidos o existosos) en mejora económica o la incapacidad de aplacar la violencia interna.