Venezuela vive momentos dramáticos por la caída de los precios del petróleo, una inflación que explota en lo más alto y una economía que no encuentra flujo de dinero fresco para mantenerse a flote a nivel nacional e internacional, poniendo a su Gobierno en una encrucijada histórica.
Hace unos días, Nicolás Maduro anunció que el Banco Central de Venezuela cambiaría las reglas y utilizaría piedras preciosas, metales preciosos y cualquier otra divisa para fortalecer las reservas. Anteriormente, se pidieron préstamos a China y se negoció con Goldman Sachs, señales inequívocas de una crisis que supera los principios ideológicos de sus autoridades.
Cuando un país adopta medidas desesperadas de última hora por lo general no es una buena señal para el futuro cercano, por lo que Venezuela afronta un panorama complicado en el que la bancarrota de empresas e individuos se encuentra a la orden del día, añadiendo otra capa negativa a la ya maltrecha economía local.
Como explica Francisco Rodríguez del Bank of America, el país sudamericano no tiene mucho qué ganar: “La decisión de las autoridades de la OPEP de mantener la producción del petróleo provoca inestabilidad en los precios de los mercados más activos. Hasta ahora una de las razones por las que Venezuela elegía mantener los altos precios era porque podía. Pero si el precio del petróleo sigue bajando o se mantienen bajo como hasta ahora por un periodo importante, las cuentas externas de Venezuela quedarán bajo presión y las autoridades necesitarán escoger entre recortar las importaciones o ejecutar ajustes más drásticos. Si los precios del petróleo se mantienen cerca del nivel actual, Venezuela necesitará al menos 25 billones de dólares con financiamiento externo para sostener los niveles de importaciones. Y si los precios suben un poco, Venezuela todavía requerirá cubrir unos 16 billones de dólares.”
¿Los préstamos son la solución para Venezuela?
Actualmente, Nicolás Maduro y las autoridades gubernamentales mediante las decisiones de las últimas semanas quieren enviar un mensaje y plasmar una imagen de que están trabajando en ajustes que le permitan al país paliar la crisis, con el fin de atraer préstamos de gobiernos afines para seguir adelante.
Uno de los problemas más visibles es que para conseguir préstamos se necesita un poder de devolución a mediano y largo plazo, algo que Venezuela no puede garantizar dadas las circunstancias de su economía actual, por lo que “enganchar” a otros países como hicieron con China hace unos días para conseguir dinero fresco será un reto cada vez mayor.