Bélgica está en boca de todos en estos días, ya que se ha podido conocer que el país quiere que sus patatas fritas y los llamados Friktot (los puestos en los que se venden) sean reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, algo que dejaría a los ciudadanos belgas muy contentos.
Se ha creado una página web para apoyar la iniciativa
Para ello, se ha creado una página web donde, debido a la celebración de la “Semana de las patatas fritas”, el gobierno del país, facilita a los 11 millones de ciudadanos la posibilidad de apoyar la petición para que la receta sea incluida en la lista de la UNESCO.
El presidente de la Unión de Profesionales de Recintos de patatas fritas, se ha manifestado muy favorable a la petición, alegando que “hay un fenómeno que compartimos con los ciudadanos de habla alemana, francesa y neerlandesa…y es el cono de patatas fritas y la cultura que le rodea. Y es que más que un producto, es una forma de vida”.
Los turistas respaldan la candidatura
El éxito, además, está más que respaldado por los turistas, ya que muchos acuden a algunos conocidos Fritkots, como, por ejemplo, el Frit Flagey o Maison Antoine en Bruselas, para degustar este tesoro culinario belga que es crujiente por fuera y dulces por dentro, algo a lo que no se está acostumbrado.
Si la cosa prospera, las patatas fritas de Bélgica (que llegaron al país en el siglo XVI, pero que no fue hasta el siglo XIX que se empezaron a vender tal y como hoy se conocen), tendrían que compartir la categoría de Patrimonio de la Humanidad con monumentos como la Estatua de la Libertad, el Kremlin y la Torre de Londres, así como con bienes inmateriales como el café turco o el canto polifónico de los pigmeos aka de la República Centroafricana.