En su reunión de esta semana en Montecarlo, el Comité Olímpico Internacional ha determinado realizar varias modificaciones, que permitirán que los Juegos Olímpicos sean organizados por dos ciudades o dos países de manera conjunta.
Junto con el reconocimiento para Kosovo como país olímpico y la confirmación de los 70 años como edad para el retiro de los miembros del Comité Olímpico, la reunión sirvió para permitir las candidaturas conjuntas a partir de las Olimpiadas de 2024.
Después de múltiples décadas de ciudades que han hecho esfuerzos a nivel económico y social para ganar las sedes de los Juegos y albergar uno de los eventos internacionales más importantes, ahora las reglas han cambiado y los esfuerzos podrán ser conjuntos, abriendo las posibilidades pero bajando el estándar utilizado hasta ahora en la elección.
El periódico checo Lidové noviny ha expresado su temor de que las Olimpiadas pierdan su encanto con las reformas planteadas: “Esto puede significar que en 2018 en Corea del Sur las competencias de trineo, bobsleigh y skeleton se cambien a instalaciones deportivas de Nagano en Japón. Aquí es donde la teoría termina y la práctica comienza: la idea es reducir costos, preservar el medio ambiente y no dejar construcciones que no sean aprovechadas posteriormente. Pero también deja a los participantes de esas disciplinas lejos del ambiente olímpico”.
“Todo un mar separa Nagano de Pyeongchang. Los competidores experimentarán muchas cosas menos la magia de una villa olímpica. Aunque parezca un detalle mínimo, este inconveniente no puede tomarse a la ligera“, explica el rotativo europeo.
Uno de los puntos más importantes de las Olimpiadas es el conjuntar a atletas de decenas de nacionalidades, culturas, etnias, lenguajes y características en un mismo sitio para competir, por lo que una parte de la esencia se estaría perdiendo de forma definitiva con esta determinación de parte de las autoridades olímpicas.
Se entiende la intención de abaratar costos, no obligar a las ciudades sedes a inversiones pesadas que necesiten muchos años para recuperarse, pero no es algo común modificar una de las partes más características de unos Juegos Olímpicos, una tradición que se viene manejando desde las iniciativas incipientes de los primeros juegos internacionales de la antigua Grecia.