Mientras países como Venezuela y Nigeria sufren las consecuencias del desplome del precio del crudo a nivel mundial, el mundo árabe parece inmune a las dificultades económicas que van aparejadas con el petróleo y han asegurado con tono desafiante que no implementarán soluciones drásticas aunque el barril llegue a los 40 dólares.
Los dirigentes más importantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), fieles representantes de los países árabes que manejan gran parte de los destinos de este grupo, afirman que no tomarán medidas aunque el panorama sea complicado por la sobreproducción mundial.
“No vamos a cambiar de idea sólo porque los precios del petróleo bajen a 60 dólares o incluso a 40 dólares“, declaró el Ministro de Energía de Emiratos Árabes Unidos, Suhail al-Mazrouei, en una conferencia en Dubai.
El precio del barril está rondando los 60 dólares actualmente y las perspectivas apuntan a continuar la tendencia hacia la baja, lo que ha provocado estragos en economías de países como Venezuela y Nigeria que basan su PIB en la exportación del crudo y no tienen otras fuentes constantes de ingresos para equilibrar la situación.
En la última reunión de los 15 países que conforman la OPEP, la organización determinó no tomar decisiones para paliar la crisis de los precios del petróleo, por lo que los movimientos han seguido su camino de desplome en las últimas semanas, sin proyecciones de cambio a mediano plazo.
La viabilidad del grupo en discusión
Hace unos días, en medio de los problemas de la economía interna que camino rumbo al default, Venezuela mostró su molestia por la postura de la OPEP en contra de tomar determinaciones para reducir la sobre-producción internacional, lo que demuestra cierta falta de unidad en las decisiones de un grupo que ha perdido el rumbo con los problemas del crudo a nivel internacional.
Al desplome del precio del petróleo se unen otros factores y el panorama no es alentador, tomando en cuenta que para el 2015 la demanda del crudo será menos que en 2014 y por ende las ventas caerán junto con los precios, aunque los países árabes no muestran preocupación y confían en su poderío económico para sobrellevar la crisis.