Sydney acaba de vivir una pesadilla con el ataque islámico terrorista a una cafetería y la interrogante se plantea para el resto del mundo. Si un país como Australia con un sistema de seguridad comprobado y una sociedad multicultural con grandes rasgos de tolerancia es vulnerable, parece que cualquier lugar del mundo es propenso a una situación similar.
Durante el secuestro de la cafetería de Sydney, el terrorista sostuvo una bandera negra con símbolos islámicos contra la ventana y la escena deja en evidencia una vez más sensibilidad de las grandes urbes por el terror islámico, como explica el periódico liberal de izquierda alemán Frankfurter Rundschau: “El secuestro muestra que el terror islámico es un sistema de locura y crimen que es fácil de copiar, contra el que ningún país puede protegerse al 100%”.
“Un presunto terrorista que actúa por su cuenta puede tener a una ciudad entera sosteniendo el aliento mientras las redes sociales mantienen al mundo expectante de sus bizarras acciones. Y al final no importa si el ataque fue perpetrado por un hombre solitario o nació en las estructuras organizadas. Crea la sensación que de muchas más acciones serán realizadas en nombre de la bandera negra, cuyo aspecto más peligroso es la irracionalidad“, profundiza el artículo del diario alemán.
Pero la realidad es mucho más compleja de lo que parece, como indica la publicación croata Jutarnji: “Si el iraní Man Haron Monis, auto-nombrado sheik, fue capaz de llevar a cabo un ataque islámico en una cafetería por cuenta propia y dejó una persona muerta y heridos en su haber, entonces cualquier otro miembro de la comunidad musulmana podrá hacer lo mismo. Ahora cada musulmán automáticamente se convierte en sospechoso y es considerado un potencial terrorista. Eso podría convertir las vidas de musulmanes inocentes en un verdadero infierno”.
“Sólo hay una forma de contrarrestar el terrorismo: combatir a los terroristas islámicos”, señala el diario croata. Aunque luego aclara: “Por encima de eso es pelear contra aquellos que imponen su propios estándares políticos y civiles en el mundo islámico sin tomar en cuenta las diferencias culturales e históricas“.
Una sociedad abierta es la única manera de prevenir ataques islámicos como el de Sydney, señala el diario liberal austriaco Kurier: “Australia estaba preparada y ya había desarmado ataques en su territorio en el pasado, estaba en un nivel de alarma tres (de cuatro), pero de todas maneras los ataques como el que se dio en la cafetería Lindt no pueden prevenirse. No con medidas de seguridad masivas, aún cuando se requiera un monitoreo más intenso de los musulmanes. Y no con educación en las escuelas o propaganda barata para contrarrestar los esfuerzos de reclutamiento de yihadistas en Occidente, ya que es demasiado tarde. Y definitivamente tampoco al poner barricadas en el país y fomentando los miedos anti-musulmanes en Europa, como lo hace el movimiento Pegida en Alemania”.
“Australia es una sociedad abierta y amistosa. Nada debe cambiar eso y por eso le pido a los australianos que vayan a los comercios como siempre”, dijo el Primer Ministro australiano durante el secuestro. Y para el periódico austriaco, “esa es la única respuesta correcta“.
