Gran Hermano es el reality show por excelencia en televisión, pero lo cierto es que ha sentado las bases de una moda que parece que ha llegado hasta la organización terrorista Estado Islámico, el cual ha lanzado, ahora, su propio reality show, que lleva por nombre “En las garras de la Ley”.
La idea surgió cuando Haider Ali Motar fue condenado (por cargos de terrorismo) hace un mes, más o menos, por ayudar a llevar a cabo una serie de atentados con coches bombas en Bagdad, en nombre del grupo extremista Estado Islámico y, su popularidad, parece que subió como la espuma, hasta convertirse en un miembro más del reparto de este reality show.
Encuentros cara a cara
El reality show, muestra a terroristas condenados en un cara a cara con las familias de las víctimas en encuentros surrealistas y, además, celebra los asedios de las fuerzas de seguridad del país.
“En las garras de la Ley” está producido por la cadena estatal Iraqiya TV, y supone, básicamente, un fuerte apoyo para las tropas iraquíes tras la humillante derrota a manos del Estado Islámico el pasado verano que, ahora, es el grupo que controla a casi un tercio del país.
La presentadora de televisión Ahmed Hassan, ha aclarado que “queríamos producir un programa que ofreciera una evidencia clara y contundente, con la historia completa y presentado para ofrecérselo, fundamentalmente, al público iraquí”.
Grupos de Derechos Humanos ya lo han criticado
En concreto, en el reality, se ha mostrado el momento en el que Motar, se encuentra, aún estando esposado, cara a cara con los familiares de una de las víctimas del ataque perpetrado. En ese momento del cara a cara, uno de los familiares expresa incluso que “voy a hacerlo pedazos”, una frase que parece que asustó a Motar, el cual parece que se queda en blanco e incluso tiene que preguntar al cámara qué es lo que tiene que decir.
Además del caso de Motar, en “En las garras de la Ley” se puede ver a presuntos terroristas confesando sus crímenes en entrevistas. Pero, lo que habría que dejar claro es que todas las confesiones se graban siempre después de que hayan declarado ante un juez, por lo que se podría casi afirmar que ninguno de ellos son inocentes.
Por el momento, algunos grupos de derechos humanos han expresado ya su preocupación por la difusión de las confesiones de los presos, aunque, claro está que con lo morbosa que es la sociedad, el éxito está casi más que asegurado.