Mientras el país continúa su camino fortalecido hacia competir con Estados Unidos como la economía más poderosa del planeta, mucho se habla del engaño de China en términos de imagen externa, ya que la realidad muestra ejemplos difíciles de analizar en la práctica profesional.
Según un reporte de ZeroHedge, no son pocas las compañías que viven problemas y empiezan a asemejarse a las ciudades fantasmas que se construyeron con mucho entusiasmo pero terminaron como monumentos al desperdicio de recursos.
Por lo tanto, el engaño de China consiste en evitar la bancarrota para mantener los números positivos y seguir con una imagen de prosperidad absoluta, como explica el abogado Han Chuanhua:
“Hay una gran cantidad de empresas en China que deberían irse a la bancarrota pero no lo han hecho. El Gobierno no quiere ver bancarrota porque si las compañías llegan a la quiebra, el desempleo crece y los ingresos por impuestos desaparecen. Al evitar que las empresas se vayan a la bancarrota, los funcionarios pueden mantener la ilusión de prosperidad local, crecimiento económico e impuestos estables”.
Sobre el mismo tiempo, el Financial Times también expresó su preocupación por las prácticas gubernamentales que tienden a mantener una imagen que no se confirma con la realidad de muchas compañías chinas, haciendo referencia a la industria pesada:
“La empresa Highsee dejó de pagarle a 10.000 empleados hace seis meses. Las autoridades locales estiman que la planta daba sustento a un cuarto de los 400.000 ciudadanos de Wenxi. Highsee fue la acería privada más grande en Shanxi, representando un 60% de las ganancias de la ciudad. Por tales motivos, el gobierno local no quería permitir que la empresa dejara de funcionar, aunque atravesaba por dificultades financieras desde hacía muchos años. En 2011, Highsee ya estaba muerta pero el Gobierno se negaba a reconocerlo. Más de la mitad de la planta estaba apagada, pero seguía produciendo pese a que los proveedores no daban materiales sin un adelanto y eso agotaba el poco dinero que quedaba”.
Los medios locales informaron que cerca de una decena de acerías dejaron de funcionar parcial o completamente en el último año, pero no se ha llenado ninguna solicitud de bancarrota de parte de las empresas involucradas, todo por presión de los gobiernos locales.
Aunque el gigante asiático terminó el 2014 como la segunda economía más fuerte del mundo, el engaño de China pone a pensar a los analistas internacionales y a los inversionistas sobre las prácticas gubernamentales para mantener el ambiente positivo en su economía, ya que es difícil saber cuánto es verdad y cuánto una manipulación que evite dificultades.