Cuando el 7 de enero pasado tres enmascarados ingresaron, en París, a la redacción de la revista Charlie Hebdo y asesinaron 12 personas a muchos europeos se les debe haber venido a la mente la Pegida (Patriotas Europeos Contra la Islamización de Occidente) de Alemania.
Charlie Hebdo es un semanario que acostumbraba publicar sátiras anti islámicas y los terroristas hicieron su ataque gritando “venganza de Mahoma”. Por ello, es fácil pensar que los alemanes organizadores de la Pegida sintieron que estaban por el camino correcto al rechazar la migración del mundo islámico hacia el viejo continente.
En Octubre 2014, apenas unos 200 alemanes comenzaron este movimiento en Dresden. Desde entonces se reúnen cada lunes en las calles de la ciudad. En el último encuentro, apenas dos días antes del ataque a Charlie Hebdo, la Pegida logró reunir a más de 18 mil personas en las calles.
Una encuesta realizada por el influyente semanario Stern, citada por Deutsche Welle, concluyó que uno de tres alemanes simpatiza con la postura de la Pegida. Además, 13% señaló que si las marchas fueran cerca de su casa participarían de ellas.
Aún nadie se ha atrevido a aventurar si este naciente grupo anti-islam constituye la punta de un iceberg que vive dentro de la UE o si es apenas una ilusión que se esfumará en el corto plazo, sin embargo, por ahora Alemania parece dividida. Mientras las protestas anti-islam ya se han extendido –con menos éxito- a otras ciudades como Düsseldorf, Kassel y Colonia; los opositores a la Pegida también decidieron hacerse notar. Más de 20 mil personas salieron a la calle a contra manifestar durante la última protesta de la Pegida, usando el lema “Venid: tenemos que hablar”. Además algunas entidades públicas, privadas y religiosas apagan sus luces las noches de protestas en señal de no apoyo. Los políticos y algunas celebridades han participado de campañas de rechazo en las redes sociales y la propia Canciller, Angela Merkel, en su mensaje de Año Nuevo acusó a la Pegida de vender odio. Así lo indicó Deutsche Welle.

Ahora, que esta postura xenófoba ha dejado de ser un tabú en Alemania, lo que preocupa es que se extienda en Europa. De hecho, algunas mezquitas ya han sido atacadas y es evidente que luego del ataque a Charlie Hebdo este pasó a ser un tema regional. Como indica The New York Times, el problema de la migración y asilo demandan una acción “pan-Europea” y continúa “no es justo que mientras algunos estados aceptan miles de asilados otros cierren sus fronteras. Se ha hecho esencial para la unión elaborar una política común sobre los asilos… Después de todo, la Unión Europea se trata esencialmente de una acción unida para enfrentar problemas multinacionales”.
Cosas que No Calzan
Lo que desconcierta –y preocupa- del fenómeno germano es que a pesar de estar lleno de sin sentidos, sigue creciendo. Su líder por ejemplo, Lutz Bachmann (41 años, dueño de una agencia de fotografía y relaciones públicas) reconoce abiertamente que ha sido un delincuente (droga, robo con violencia, etc.) y ha estado en la cárcel.
Además, a diferencia del nacismo, la Pegida no nace como un partido político que aspira a llegar al poder. Por ello, a pesar de que muchos han tratado de inscribirlo como una nueva mancha roja de la extrema derecha alemana, este movimiento es transversal. Tanto que incluso se ha sugerido que es un intento de la derecha de posicionarse más hacia el centro político.
“Las manifestaciones revelan una cepa no liberal tenaz en Alemania – y en el resto de Europa – que, al igual que el antisemitismo en el pasado, emplea a chivos expiatorios riguroso y el miedo al otro, en este caso a los inmigrantes musulmanes, para expresar las preocupaciones legítimas sobre cuestiones como las crisis financieras internacionales, el estatus social perdido o amenazado de las clases medias, el desempleo y la delincuencia violenta. Y ahora, a diferencia de hace apenas un año, hay un partido populista (Alternativa para Alemania AFD) en Alemania que está aprovechando esta corriente, haciendo su camino en los parlamentos regionales con un voto tras otro y que ya tiene cerca de un 10 por ciento de los votos”. Así lo explica el periodista Paul Hockenos en su columna para Al Jazeera América.
De hecho, hasta entidades de izquierda feministas habrían manifestado su simpatía con este grupo en tanto “defiende” a la mujer musulmana del Islam. Pegida en su página de Facebook, según Al Jazeera, destaca que “está a favor de la resistencia contra la ideología política anti-mujer que enfatiza la violencia, pero no contra los musulmanes integrados que viven aquí”.
En este sentido, el director de la Oficina para la Protección de la Constitución de Berlín (servicios secretos), Bernd Palenda, ha advertido que sería un error pensar que el fenómeno se reduce a grupos neonazis. «No todos los que salen a la calle forman parte de la extrema derecha», dijo Palenda según reprodujo el diario español ABC.
Otra de las cosas que no calza es que los líderes de la Pegida han declarado reiteradamente que no son racistas ni xenófobos. Ello a pesar de que su propio nombre rechaza la “islamización” y en sus protestas se leen carteles como “Defendamos nuestras raíces judeo-cristianas”, “No a los abusos a la ley de asilo. No a la inmigración que nos desborda”, “Cerremos el grifo a los asilados”.
Alemania, según señala la BBC, es el país europeo que más solicitudes de asilo recibe, la mayoría de musulmanes sirios. De hecho, en los últimos 5 años, pasaron de poco más de 33 mil a cerca de 186 mil al año (Eurostat). Muy pocos de esos inmigrantes se instalan en Dresde. Más aún, en esta ciudad, donde surgió este movimiento islamófobo, hay menos de un 1% de población musulmana y se espera que en toda Alemania los musulmanes representen no más del 8% en el 2050.
Finalmente, el último de los sin sentidos es que los líderes de la Pegida asegura que ellos son los perseguidos y que han sido víctima de represión política. Kathrin Oertel, una de las organizadoras, citada por la BBC, se pregunta “¿Cómo ven ustedes cuando somos insultados y llamados racistas o Nazis abiertamente por la clase política y los medios, debido a nuestra crítica justificada a las políticas de asilo en Alemania y a la no existente política migratoria?”.
En fin, habrá que ver qué cómo reacciona la ciudadanía germana y europea, pero sin duda el ataque a Charle Hebdo no ayudó.