En los últimos días, estamos asistiendo a una situación en la que los gobiernos de Europa están actuando hipócritamente cuando se ponen a condenar el terror de todo lo que ha ocurrido en París.
Aún se apoyan los regímenes represivos
Y decimos que los están haciendo de forma hipócrita, ya que son muchos los políticos de Occidente que, por un lado, todavía apoyan a regímenes represivos, mientras que, por otro, lado piensan que es bueno para los negocios ver convertidas estas ideas en material satírico y divertido (como ya ocurrió con las caricaturas de Mahoma que fueron el detonante de toda esta situación).
Lo que sí está más que claro es que parece que, en la actualidad, lo que se llevan son las formas bárbaras de llamar a los países del denominado tercer mundo, los cuales continúan teniendo, en los medios de comunicación social, la etiqueta de solidaridad para así aliviar el sentimiento de culpa por asociación que no ha dejado de hincharse desde el fatídico 11-S en Nueva York, por el que cayeron las Torres Gemelas.
Y es que, lo que parece es que estos países, aún no tienen ni idea del grado de opresión y la corrupción ejercida por los regímenes autocráticos que están totalmente apoyados por los gobiernos occidentales para su propio interés.
1.000 latigazos para Badawi
Por otra parte, y en relación con esta tema, no se podría dejar a un lado a Raif Badawi, un conocido bloguero saudita que, mientras que la gente se decide a ser o no Charlie, va a recibir otros 1.000 latigazos, aproximadamente, por sus ideales liberales y es que, lo cierto es que pensadores liberales como él, siempre van a haber, pero seguramente, van a continuar muriéndose de hambre y pudriéndose en las cárceles egipcias, ya que los disidentes y luchadores por la libertad van a seguir intimidando siempre al silencio.
Con el tema de Badawi, igualmente, lo que está también claro es que las reformas educativas, económicas y sociales no se van a producir, es decir, no va a tener lugar el cambio que tanto se pide en la sociedad; porque, mientras que las protestas se suceden, los líderes autocráticos y de dictaduras van a seguir marchando junto al pueblo (como ha sucedido en París), propugnando la solidaridad y la comprensión; algo que choca con su hipocresía, ya que ellos van a seguir sintiendo indiferencia ante la planificación del próximo ataque.