Después de pasar años en proyectos tecnológicos y con una impresionante fortuna en su poder, Bill Gates ahora pasa gran parte de su tiempo trabajando para la fundación que tiene junto a su esposa. ¿La razón? Un momento de su vida en el que todo cambió y empezó a ver las cosas de otra manera.
Hace unos años, Bill Gates cambió de parecer sobre la importancia de su trabajo para el grueso de la humanidad. “Si piensas que el acceso a Internet es más importante que una vacuna contra la malaria, está bien. Pero yo no lo creo“, dijo el multimillonario estadounidense hace un tiempo y sus declaraciones dieron la vuelta al mundo.
Esta vez, días después de ser noticia por una máquina que transforma desechos fecales en agua potable y energía eléctrica, Bill Gates profundizó sobre sus nuevos pensamientos:
“La idea de que una computadora era importante en comparación con los problemas con los que estábamos lidiando como tener suficiente comida, salud decente, electricidad y un buen lugar para vivir, fue demasiado clara para mí. Amo a la computadora y pienso que fue muy bueno que los niños tuvieran acceso a ella, pero tuvieron que conectarla a un generador especial para poder mostrárselas. Y habían tenido que pedir prestado ese generador. Una vez que yo me fuera, el generador también se iba. Así que supe que hay una jerarquía de necesidades. Aunque todavía creo que la tecnología te da poder, ya no estaba al tope de la lista. Esa experiencia me abrió los ojos”.
Según contó su esposa, en ese viaje a África fue cuando Bill Gates cambió su enfoque y decidió no solamente destinar millones de dólares en donaciones que pudieran mejorar la vida de las personas, sino también involucrarse para buscar soluciones.
Sí, el magnate sigue amasando fortuna como consejero de Microsoft, CEO de Cascade Investments y otros títulos profesionales que ostenta tras alejarse del día a día del mundo tecnológico, pero también ha mostrado su lado más humano para ejercer su influencia con ayuda humanitaria más que necesaria.