Aunque el país se autodenomina el más diverso del mundo y el sueño americano domina el subconsciente de individuos de todo el planeta, la aristocracia estadounidense es toda una realidad y las diferencias en los últimos años se han visto enmarcadas por un factor: la educación.
Los ricos tienen más acceso a los mejores centros y sistemas educativos y las oportunidades para las clases media y baja se ven reducidas sólo para aquellos que contra las circunstancias y sin estímulos verdaderos puedan mostrar un potencial extraordinario.
Un artículo de The Economist hace referencia a la nueva aristocracia estadounidense y cómo funciona:
“El capital intelectual mueve la economía, así que aquellos que pueden tenerlo reciben una gran parte del pastel. Y es cada vez más hereditario. Mucho más visible que en generaciones previas, los hombres inteligentes y exitosos se casan con mujeres inteligentes y exitosas. Ese ‘apareamiento selectivo’ aumenta la desigualdad en un 25%, ya que estos hogares disfrutan de dos grandes ingresos. Las parejas poderosas conciben hijos brillantes en hogares estables. Solo el 9% de las madres con educación universitario son solteras, en comparación con un 61% que representan las madres solteras que no terminaron la secundaria”.
El sistema universitario acrecenta las diferencias entre la aristocracia estadounidense y el resto del país:
“Las universidades que moldean a la élite estadounidense buscan estudiantes de todos los estratos sociales y los muchachos inteligentes y pobres pueden llegar a tener becas completas. Pero los estudiantes de clase media tienen que inundarse en pesadas deudas para ir a la universidad, especialmente si quieren un posgrado como el que piden muchos de los mejores empleos. La relación entre los ingresos de los padres y el éxito académico de los hijos ha crecido fuertemente”.
The Economist señala que algo debe cambiar en el sistema para no aumentar la brecha y las soluciones pasan por programas gubernamentales que ofrezcan mayores oportunidades para aquellos que tienen los privilegios financieros de la aristocracia estadounidense:
“La solución no es desalentar a los ricos a no invertir en sus hijos, sino hacer más para ayudar a los muchachos inteligentes que no tienen padres poderosos. El momento para empezar a hacerlo es en la niñez, cuando el cerebro es más maleable y la estimulación tiene el mayor efecto posible. No hay nada para remplazar a los padres que hablan y le leen a sus hijos, pero tener buenas guarderías puede ayudar, especialmente para las familias en problemas. Y Estados Unidos se encuentra lejos de los estándares internacionales en este tema. Mejorar el cuidado infantil en los barrios más pobres obtendrá excelentes resultados. Pocas inversiones gubernamentales son tan reedituables”.
Mientras el país viaja rumbo a unas elecciones entre descendientes de antiguos presidentes y familiares de funcionaros públicos prominentes del pasado, el tema de la aristocracia estadounidense es más actual que nunca y la educación es su piedra fundamental, por lo que el país deberá buscar soluciones de fondo o hundirse en un status quo que solo beneficia a unos pocos.