Con escasez de productos básicos, una sociedad que reclama y sufre las condiciones de la vida cotidiana, una economía en una crisis profunda y un Gobierno que no sabe qué pasos dar para paliar el mal momento, Venezuela vive una situación dramática que no parece tener una solución cercana.
Un artículo de The Economist refleja cuál es el estado actual del país mostrando la vida cotidiana de las personas, que deben hacer cosas impensadas para encontrar artículos de primera necesidad.
Mientras las filas en los supermercados son algo habitual y muchas personas han empezado a “trabajar” guardando lugares en las colas para que los demás puedan obtener productos básicos, las complicaciones económicas y sociales de Venezuela se profundizan con el paso de los días.
Los analistas internacionales aseguran que el punto principal de la crisis son los controles impuestos por el Gobierno a los precios y al comercio, además de la nacionalización de los productos alimenticios y la agricultura. El desplome de los precios del petróleo hace que el país se quede sin su principal -y casi única- fuente de ingresos por exportaciones, con un déficit de 35.000 millones para el 2015 y un saldo negativo de 65.000 millones por todo el 2014.
El presidente Nicolás Maduro viajó a China y Rusia encontrando un apoyo económico que servirá para no hundirse más a corto plazo pero fracasó con sus intenciones de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo revisaran la determinación de no reducir la producción del crudo a nivel internacional.
Sobre la situación venezolano, El Espectador de Colombia esgrimió un profundo análisis crítico:
“Una cosa es que un Gobierno sea opresivo, represivo y despreciativo. Por más desagradables que sean esas condiciones, son tolerables para muchos. Lo que es inaceptable es la escasez de productos básicos en tiendas y supermercados. Ahí es donde un régimen se desploma. Y esa es la historia actual. Más allá del discurso sobre la Revolución Bolivariana, que Maduro apenas comprende, los venezolanos están buscando una manera de deshacerse de este Gobierno ignorante y deshonesto que ha desperdiciado las ganancias del país, un dinero que será muy difícil de recuperar”.
La oposición de Venezuela toma fuerza
Las últimas encuestas señalan que el 80% de los ciudadanos culpan al presidente por esta compleja situación y la oposición empieza a pensar que esta es una excelente oportunidad. Henrique Capriles condenó una protesta violenta llevada a cabo el año pasado ya que creía que era mejor esperar a que los efectos de la crisis se profundizaran, con tal de tener un mayor apoyo de la sociedad.
Más allá de sus razones, Capriles es protagonista y reconoce la división de su partido y las alianzas, uno de los puntos medulares por qué el régimen socialista se ha mantenido vivo desde 1999 con Hugo Chávez, por lo que ese sigue siendo el principal obstáculo para plantear un cambio y derrotar a Nicolás Maduro. La actualidad muestra desafíos prácticamente imposibles de superar. El futuro necesita cambios.