El proceso de paz en Colombia no tiene un análisis sencillo y el actual momento que se vive en lo que puede ser la última etapa para alcanzar los resultados definitivos, tiene muchas capas y muchas versiones encontradas que no permiten todavía ver la luz al final del camino.
Enero de 2015 ha sido el mes con menos víctimas mortales y menos actos violentos entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en los últimos 30 años, gracias a una tregua que se dieron ambos bandos después de un incidente en el que la guerrilla secuestró a un funcionario de alto rango del Ejército.
Con la liberación de este comandante, que posteriormente aceptó su error por explorar una zona peligrosa vestido de civil y fue dado de baja por orden del presidente Juan Manuel Santos, la calma ha reinado en el conflicto armado pero la tensión empieza a crecer por lo que parece un obstáculo mayúsculo en la búsqueda de la paz definitiva.
Como explica un artículo de The Economist, el problema radica en que una amnistía como se dio en otros países como El Salvador o Uruguay por los crímenes de guerra perpretados en época de conflicto ya no es posible. El acuerdo de 1991 disolvió a muchos grupos guerrilleros colombianos mediante una amnistía para que sus miembros no afrontaran consecuencias judiciales, pero eso ya no es posible con las FARC.
De hecho, encuestas sobre el proceso de paz en Colombia señalan que los ciudadanos quieren ver que los miembros de las FARC paguen con tiempo en prisión sus delitos, que van desde secuestros a civiles, periodistas y gobernantes hasta narcotráfico y saqueos, ya que existe un temor que de lo contrario podrán tener influencia en el futuro político del país.
La gran traba para el proceso de paz en Colombia
La necesidad de que los miembros de las FARC asuman las consecuencias es el principal obstáculo en las conversaciones entre ambos bandos, que comenzaron hace un par de años en La Habana. Desde entonces, la guerrilla acepta terminar sus actividades pero no quiere afrontar juicios políticos ni sociales.
Otro punto que las FARC quieren es que una vez firmado el acuerdo de paz, el documento quede “blindado” para que ningún otro Gobierno en años posteriores pueda reabrir la causa.
Con el grupo todavía enlistado como amenaza terrorista en varias organizaciones internacionales, esta última etapa del proceso de paz en Colombiano no es sencilla y puede llevarse más tiempo de lo imaginado.