España ha sido uno de los países más azotados por la crisis económica en el último lustro, alcanzando un dramático 26,9% de desempleo según la Encuesta de Población Activa de hace ahora dos años. La situación ha mejorado un poco -la última EPA muestra un paro del 23,9%-, y poco a poco los brotes verdes hacen pensar en positivo.
Pero, ¿podría haber sido menor el impacto de la crisis? Según el Círculo de Empresarios, un lobby empresarial español, rotundamente, sí.
Según el Círculo, el país se podría haber ahorrado hasta medio millón de desempleados de haber tenido más empresas grandes. ¿Por qué? Elena Pisonero, directora del proyecto de la Empresa Mediana del Círculo, señala que las empresas con más trabajadores tienden a ser más resistentes a los envites de las tormentas económicas que las pequeñas. Además, las grandes empresas pagan mejor e invierten más en investigación y desarrollo, según Chiara Criscuolo, economista de la OCDE.
A pesar de que parece que el gobierno español empieza a darse cuenta del problema y a estimular el crecimiento de las empresas, lo cierto es que España, como Italia y Portugal, que comparten el problema, tiene un largo camino que recorrer. Las empresas con más de 50 trabajadores representan el 0,8% del total en España, por el 3,1% de Alemania. Y de este porcentaje, las más grandes, las que cuentan con más de 250 son el 0,1% en el país hispano, por el 0,5% en el germano.
Si bien es cierto que en España todavía hay muchísimas empresas familiares, tradicionales, reticentes a dejar entrar capital externo y a profesionalizarse, el principal problema que se encuentran las empresas españolas a la hora de crecer son los impuestos.
Mientras que las firmas más pequeñas se benefician de subvenciones y las grandes empresas, como pueden ser gigantes como Inditex, Mango o Santander, encuentran el modo de escaquearse de tributar lo que les correspondería, son las empresas medianas las que sustentan la mayor carga impositiva.
Según Miguel Almunia, investigador de la británica Universidad de Warwick, las empresas españolas tienden a quedarse justo por debajo de la frontera de los 50 trabajadores, precisamente, para evitar la mayor presión fiscal y el intenso escrutinio de Hacienda.