Suecia pertenece a la Unión Europea, pero no forma parte del euro, así que su política monetaria no va ligada a la del Banco Central que dirige Mario Draghi. Sin embargo, este miércoles, el Riksbank ha decidido convertir al BCE en modelo.
El banco central sueco ha decidido rebajar, todavía más, los tipos de interés en 0,15 puntos, hasta adentrarse de forma importante en terreno negativo, situando la cifra en el -0,25%.
Pero, además, ha anunciado su intención de iniciar una compra masiva de bonos de deuda sueca, por un valor de 30.000 millones de coronas, unos 3.200 millones de euros.
La decisión llega ahora porque la corona sueca ha ganado un 5% de valor frente al euro en el último mes, coincidiendo con la depreciación de este.
Los gobernantes suecos temen que una corona más fuerte frene las esperanzas de recuperar los niveles de inflación, prácticamente a cero desde dos años. En febrero, por ejemplo, los precios subieron un 0,1%, muy por debajo del 2% deseado.
Así, con esta medida de estímulo que copia la expansión monetaria iniciada por el BCE la pasada semana, Suecia espera impulsar la recuperación de la inflación.
El interés en recuperar la inflación reside en la delgada línea roja que separa unos precios que no crezcan demasiado y permitan el gasto fluido de familias y empresas y la creencia que seguirán bajando continuamente, es decir, entrar en un clima de deflación. Esta, en cambio, invita a los usuarios a no gastar, entrando en una espiral peligrosa para la economía de una comunidad.