La prescripción indiscriminada de analgésicos y potentes medicinas contra el dolor ha provocado una epidemia de opioides que ha disparado el número de muertes en Estados Unidos, emulando las cifras del SIDA en su punto más alto.
Esta alarmante epidemia no se debe a drogas ilegales sino al uso extendido de analgésicos, con 1.9 millones de estadounidenses dependientes de opioides, según informa The New York Times con datos oficiales.
Las 19.000 muertes por sobredosis de calmantes de dolor en 2014, el año más reciente con datos completos, representa un aumento de 16% con respecto a 2013 y los expertos aseguran que se debe a las prescripciones de medicamentos adictivos como Oxycontin, Vicodin y Percocet.
47.000 estadounidenses fallecieron por sobredosis de opioides, un porcentaje mayor a las muertes provocadas por accidentes automovilísticos y armas de fuego.
Los opioides semisintéticos aparecieron a mediados del siglo XX como tratamiento para enfermedades terminales, pero posteriormente se utilizaron para recuperaciones de cirugía o dolores temporales, hasta llegar a su uso extendido hoy en día.
El peligro de los opioides
Este tipo de medicamentos produce una sensación de euforia que hace de lado el dolor, pero se necesitan solo 2 semanas para que los pacientes desarrollen tolerancia a los opioides y por eso se requieren dosis cada vez más grandes. Cuando se llega a ciertas cantidades, se produce daño en el sistema respiratorio.
Los doctores dieron 259 millones de prescripciones de opioides en 2012, el triple de 20 años atrás y lo suficiente para que cada adulto estadounidense tenga un frasco de esas pastillas.
Opioides como puente hacia la heroína
Uno de los mayores peligros de los analgésicos potentes es el aumento en popularidad de la heroína como calmante de dolor. En lugar de pagar decenas de dólares por cada pastilla y con tal de obtener un efecto similar, los adictos prefieren comprar una bolsa de heróina por unos pocos dólares.
En manos de los médicos
Muchos señalan a los doctores como responsables y el uso extendido de los opioides podría disminuir si se limitan las prescripciones, pero millones de personas aún sufren de dolor crónica y allí reside la principal discusión sobre esta epidemia.