Un pingüino de Magallanes fue salvado y cuidado en una isla cercana a Río de Janeiro y, desde entonces, vuelve de su hábitat natural cada año para visitar a su rescatista y amigo en una historia que tiene asombrados a los especialistas.
En 2011, Joao Pereira Souza encontró a un pingüino patagónico hambriento y cubierto en petróleo, lo llevó a su casa y como señala un artículo de The Independent, “una amistad comenzó”.
“Yo quiero al pingüino como si fuera mi hijo y creo que el pingüino me quiere. No deja que nadie más lo toque… Deja que yo lo bañe, que loalimente y lo levante”, dice Pereira sobre Dindim, el pingüino que vuelve con su amigo cada año.
Las visitas de Dindim
El rescatista de Dindim cuenta que recibe su visita cada año desde entonces, llegando desde su hábitat en partes de Argentina y Chile para pasar varios meses con su amigo humano.
“Nunca he visto nada como esto. Pienso que el pingüino cree que Joao es parte de su familia y probablemente que también es un pingüino. Cuando lo mira mueve la cola como un perro y grazna con emoción”, explica Joao Paulo Krajevski, un biólogo consultado por TV Globo.
Agradecido por los cuidados
La entrañable relación entre Joao y Dindim se formó cuando el primero se ocupó de rescatar al segundo en una playa, llevándolo a su hogar para recuperarlo completamente.
Después de varios días de limpiar sus plumas para eliminar los residuos de petróleo y alimentarlo apropiadamente, el pingüino volvió al mar. Nadie se imaginó que regresaría cada año.