En su juicio por asesinar a sangre fría a 77 personas y segundos después de entrar a la corte realizando el saludo nazi, el terrorista noruego Anders Breivik se quejó por condiciones inhumanas y degradantes en el proceso.
En su detallada cobertura del juicio al masacrador noruego para Die Welt, Per Hinrichs asegura que las solicitudes y exigencias del acusado parecen “un mal chiste”.
“El extremista de derecha Anders Behring Breivik volvió a la corte de Noruega la semana pasada, haciendo el saludo nazi y quejándose de condiciones inhumanas y degradantes. Así es, un hombre que mató a 77 personas a sangre fría, afirma que sus derechos humanos están siendo violentados“, destaca el periodista.
Entre varias quejas, uno de los masacradores más conocidos de los últimos años apunta su molestia diciendo que los guardias de la prisión leen su correspondencia y que no puede tener contacto con otros reos.
Desafío al sistema de justicia
Breivik, que esgrimió una llamativa protesta porque su Playstation 2 no fue cambiado por un PS3, es uno de los casos en los que un sistema democrático debe demostrar su valía, afirma Hinrichs, aunque el deseo humano vaya en contra de esas demandas y derechos.
“La indignación que sentimos por las exigencias de Breivik es natural pero fuera de lugar. La cultura de un país debe juzgarse por cómo maneja a sus peores oponentes políticos. Las tácticas de Breivik pueden verse como una intolerable provocación. Pero permitir que los prisioneros tengan acceso a la ley prueba que el sistema funciona”.