La economía brasileña está experimentando su peor crisis en los últimos 90 años, una epidemia de zika se expande con fuerza y los parlamentarios decidirán el posible procesamiento a la presidenta Dilma Rousseff, en un panorama inesperado tras años de crecimiento y bonanza financiera en todo el país.
“Se dio a conocer como el modelo brasileño o simplemente el modelo de Lula… Al equilibrar el apoyo a las grandes empresas con programas de bienestar social, el sindicalista convertido en presidente era una súperestrella de los países en desarrollo con una era de crecimiento que sacó a decenas de brasileños de la pobreza. Lula fue el ejemplo para la izquierda latinoamericana que insistía en que la revolución era el único camino a la justicia. La coronación llegó cuando Brasil fue elegido para los Juegos Olímpicos de 2016, confirmando su levantamiento como potencia global”, describe un artículo de The Washington Post.
El panorama ha cambiado y la cámara baja votará la posible separación de Rousseff de su cargo, con un procedimiento que podría verse en medio de la celebración de Río 2016, un evento con sus propios problemas de salubridad, seguridad y atrasos.
La corrupción comenzó el hundimiento
Gran parte del modelo brasileño dependía de un esquema corrupto con dádivas y mentiras que han sido descubiertas en los últimos tiempos en una investigación de enormes proporciones.
“Estamos en una situación extraordinaria… Y es aún más extraordinaria porque la dinámica política eclipsa todo lo demás“, asegura Otaviana Canuto del Fondo Monetario Internacional.
De la popularidad de Lula a esta dura realidad
Años atrás, la economía brasileña tuvo una explosión sin precedentes y 30 millones de ciudadanos formaron una clase media vibrante. De hecho, Lula dejó la presidencia con un 87% de aprobación.
Hoy en día, Brasil ya no es el favorito entre los países en desarrollo y se ha vuelto “una nación onerosa y débil”.