Citando un par de casos en los que las autoridades gubernamentales modificaron posturas normales ante la presión de grupos islámicos, una columnista muestra su preocupación por el estado de la sociedad en Suiza y la falta de sentido común y coraje para evitar estos “psicodramas”.
Suiza es uno de los países que ha recibido más refugiados, inmigrantes y buscadores de asilo en toda Europa en los últimos años y la asimilación de estas personas en los sistemas sociales, educativos y económicos del país crea dificultades, especialmente en temas de derechos y obligaciones.
Analizando la actualidad por la presión del Islam en la educación pública suiza, la columnista Valerie de Graffenried cita un par de ejmplos en Le Temps:
- En 2013, una alumna musulmana obtuvo permiso para usar un “burkini“ para las clases mixtas de natación pero los padres pidieron que fuera excluida de dicho curso hasta que una orden federal evitó sus intenciones.
- Hace poco, una escuela de Therwil permitió que dos hermanos musulmanes dejaran de saludar a sus maestros con un apretón de manos para que evitaran el contacto directo con mujeres.
“Se están permitiendo todo tipo de idioteces en nombre de la libertad religiosa… En este país, no darle la mano a alguien es un signo de mala educación o agresión, y permitir este comportamiento es cobarte y equivocado”, afirma la autora.
Decisiones preocupantes de las autoridades
De Graffenried recuerda que no existe ninguna prohibición en el Corán sobre darse la mano entre hombres y mujeres y que los líderes islámicos suizos avisaron que no se debe ceder ante estas peticiones extremistas.
“Las escuelas deben educar a sus pupilos, no para caer en sus prejuicios. El sistema debería mostrar más coraje y sentido común para evitar este psicodrama desde un principio“, concluyó.