Nadie se imaginaría el potencial que un olivo tiene para el comercio internacional. Y es que miles de alemanes pagan millones para que estos árboles con sus gruesos y retorcidos troncos sean trasladados desde el soleado sur de España hasta los climas más fríos de Alemania.
Son buscados como complemento a los jardines alemanes, más conocidos por sus geranios, arbustos de bayas y gnomos debido a que aportan un apreciado valor estético y toque mediterráneo.
“Ya no tengo que subir a un avión, me puedo quedar en casa y disfrutar de mis olivos. Es mejor para el medio ambiente” cuenta Karl Heinz Maier, uno de los dueños de estos árboles.
Los olivos son símbolo de longevidad pues sobreviven hasta más de mil años, sin embargo, bajo el clima frío alemán se debe mimar bastante sus subsistencia pues no pueden soportar temperaturas inferiores a -15 grados centígrados.
Así, para ayudarles a sobrevivir los difíciles inviernos bajo cero alemanes, estos árboles se envuelven en un colchón de plástico y fibra espesa que se calienta con un aparato en forma de espiral. Así cuenta Torsten Jablonski, que vendió los árboles para Maier.
De este modo ninguno de los 800 olivos traídos a Alemania ha muerto a causa del frío. Bajo esta estrategia el empresario alemán cada año importa cientos de olivos de Andalucía que vende a clientes ricos de Alemania, Países Bajos, Austria y Suiza.
Su precio varía según edad, según el catálogo, un olivo de 400 años de edad con tronco 150-175 centímetros está valorado en 1.499 euros.