Tu despertador suena en la mañana a la hora acostumbrada. Lo apagas y no tienes energías para levantarte. En cuanto logras incorporarte, inicia un fuerte dolor de cabeza. Tu malestar se va incrementando al pensar que debes ir nuevamente al trabajo, a continuar con una lista interminable de tareas que de nuevo te harán permanecer en tu lugar de trabajo hasta altas horas de la noche. Si te identificas con esta situación, podría ser que padezcas de algo más que simple cansancio.
El término de síndrome de “burnout” o síndrome de desgaste profesional / ocupacional fue acuñado por primera vez en 1970 por el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberger. Se usó para describir las consecuencias del estrés severo experimentado por personas que trabajaban en profesiones humanitarias.
En un principio se usó esta expresión para describir a médicos y enfermeras, quienes se sacrificaban por otros a menudo y terminaban desgastados; sin energías para continuar. Hoy en día, el término se usa para otros casos que van más allá de los profesionales abnegados. También describe a celebridades, empleados sobrecargados con trabajo y personas a quienes se les exige más de la cuenta en sus ocupaciones diarias.
Las psicólogas sociales Christina Maslach y Susan Jackson crearon el instrumento más comúnmente usado para evaluar este padecimiento, llamado el Cuestionario de Maslach Burnout. Esta herramienta concibe al síndrome como un estado compuesto de agotamiento, cinismo e ineficiencia.
Según especialistas, el síndrome de desgaste profesional puede tener otros resultados como disminución de la efectividad en el desempeño y producción del profesional. Además puede desencadenar otros problemas de salud como aumento de las hormonas del estrés, cardiopatía coronaria y problemas de circulación, así como problemas mentales como depresión.

Este síndrome no debe confundirse con estrés, ya que este último se caracteriza porque el individuo se involucra con su trabajo al exceso, mientras que el síndrome de desgaste provoca desinterés en las labores. El estrés produce sentido de urgencia e hiperactividad, en tanto que el síndrome origina un sentimiento de impotencia y desesperanza.
Según los psicólogos Freudenberger y Gail North el proceso del síndrome incluye 12 fases que podrían aparecer en distinto orden:
1. La compulsión por probarse a sí mismo
2. Trabajar más arduamente
3. Descuidar las propias necesidades
4. Desplazamiento de conflictos
5. Revisión de los valores
6. Negación de problemas emergentes
7. Retirarse del contacto social
8. Cambios de comportamiento notorios
9. Despersonalización
10. Vacío existencial
11. Depresión
12. Síndrome de desgaste profesional
La prevención es de gran importancia dentro de este contexto. Organizar un plan en el que el individuo adopte mejores prácticas de empleo, combinados con espacios y momentos de esparcimiento, así como brindarle los recursos adecuados para cumplir con su función son algunas de las alternativas. Existen otros métodos que vale la pena consultar para evitar esta afección.