Kira Asatryan, escribiendo para Psychology Today, plantea si alguna vez te has sentido más cómodo siendo tu mismo cerca a tus amigos que a tu familia y a tu cónyuge. Despues de todo, ¿no debería ser el caso que mientras más seria sea una relación, más podrías revelar sobre tu verdadera identidad?
Las amistades son increíblemente importantes.
Proveen apoyo emocional, social y oportunidades para crecer y socializar. Pero también tienen un aspecto que las hace especialmente buenas para la interacción honesta: los amigos no ven su destino como vinculado con el tuyo.
Es decir, como no estamos tan involucrados con nuestros amigos, tenemos espacio para ser honestos. Un amigo no ve su identidad como algo dependiente de las decisiones que tú hagas. Aún un mejor amigo sabe que los dos son personas diferentes y no siente que su futuro esté basado en lo que hagas hoy, permitiendo que seas completamente tu mismo en ese momento.
Las parejas casadas siempre ven su destino como vinculado. Donde quiere vivir un cónyuge directamente afecta al otro cónyuge. Si una esposa no quiere tener hijos, esto afecta si su esposo los tendrá con ella. De alguna forma, el destino vinculado es el punto del matrimonio.
En relaciones casuales, también es difícil ser uno mismo. Esto es porque existe la posibilidad de tener destinos vinculados. Nadie le pregunta a un amigo “¿A dónde vamos con esto?”
Cuando se trata de tu familia, hay muchas expectativas. Puede que quieran que te vaya bien para que se refleje bien en ellos. Lo que haces con tu vida no se refleja en tus amigos de la a frase misma manera en la que se refleja en tu familia. Tus amigos no te ven como su legado.
Las amistades permiten la libertad, aun las más cercanas. Esta es la belleza de éstas. Por lo que tu destino no está vinculado, no sienten que te deben cambiar o controlar.