El transporte público gratuito es un sueño de muchos en las grandes ciudades y las autoridades buscan descongestionar las calles haciendo que los conductores pasen a transportes alternativos. Sin embargo, eliminar las tarifas no aparece como una solución precisa, tomando en cuenta ejemplos en el pasado lejano y reciente.
Con las mismas razones que hoy urge el presente, el primer intento de transporte público gratuito se dio en Roma en la década de 1970, con resultados negativos. Muchos jóvenes y adolescentes paseaban en los trenes todo el día y no hubo ningún incremento en el uso de autobuses, dejando a la ciudad con problemas financieros. Poco tiempo más tarde, volvieron las tarifas.
En Denver (Colorado), Trenton (New Jersey) y Austin (Texas) se llevaron a cabo experimentos similares en las últimas décadas eliminando el costo de los pasajes del transporte público tanto en trenes como en buses, pero la iniciativa tampoco dejó un panorama positivo para seguir explorando.
Un estudio señala que si bien sí hubo un aumento en la cantidad de usuarios que optaron por el transporte público, no disminuyó el uso de los automóviles y las calles siguieron igual de atestadas. Las personas que aprovecharon la tarifa gratis fueron los que usualmente elegían caminar o viajar en bicicleta al trabajo y otros destinos.
En resumen, las autoridades creen que eliminar las tarifas en el transporte público atrae al “grupo no deseado”, ya que de todas maneras no resulta atractivo para la gente que tiene su propio vehículo para movilizarse. Los costos de mantenimiento se elevan por la falta de cuidado en las unidades de transporte público y el tráfico pesado se mantiene en las aglomeradas calles.
A buscar soluciones prácticas
En Estonia, la capital Tallin implementó un sistema de transporte público gratis pero el incremento de usuarios fue de 1.2%, con resultados similares: atrajo a personas que habitualmente caminan y no a los que manejan su automóvil. Por consiguiente, las autoridades deben analizar la situación y pensar medidas que aseguren el éxito en las grandes ciudades.
Mientras tanto, grupos como Planka.nu en Suecia y los evasores de tarifas del metro de París, unen recursos con un pago mensual muy por debajo de que lo gastarían utilizando el metro, evitan pagar las tarifas del transporte público y el dinero sirve como un seguro para pagar la multa en caso de que aguien sea atrapado. El sistema funciona y tiene un contenido político, ya que sus organizadores creen que el transporte público debe ser gratuito y casi obligatorio en las grandes ciudades para evitar el tráfico y las diferencias sociales.