Meg Conley, escribiendo para el Huffington Post, describe como se le ocurrió la idea del ‘día sí’, Su hija de 6 años llegó de la casa de su abuela y le dijo que estaba viendo televisión. En un programa, unos niños estaba hablando de tener un Día Sí. En estos días, los padres dicen sí a todo lo que el niño pide. “¿Podemos hacer eso? Podemos tener un Día Sí?”
Después de pensarlo, Conley pensó, “¿Por qué no?”
Conley y su hija decidieron que todo lo que ella pedía debía involucrar a su hermana menor, quien no entendía el concepto, pero le gustaría divertirse. Se establecieron solo cuatro reglas:
- Ningún viaje más de una hora fuera de la ciudad
- Ningún teñido de pelo permanente
- Ninguna compra de más de $ 25 dólares
- Nada que pudiera lastimarlas a ellas o a otras personas
Luego, fijaron una fecha.
El artículo fue escrito después del Día Sí, “… y estoy exhausta.” Pero aparte del cansancio, el experimento le recordó varias cosas a Conley que había olvidado en el último año.
1. Los niños no son pequeños monstruos que la quieren conquistar

Suena algo dramático, escribe Conley, pero así se siente a veces. Y tiene hijos fáciles, el tipo que cuidan de sí mismos y le dan gracias por la comida.
Aun así, a veces Conley siente que es ella contra ellos. Las cosas que les debe enseñar contra su desconcentración. Una casa limpia contra sus manos pegajosas. Hora de irse a dormir contra quiero quedarme despierto sólo unos 5 minutos más.
El derecho a decir no es una de las técnicas más seguras de proteger su ‘castillo’ y no ser conquistada. Pero antes del día sí, Conley estaba relajada.
Estaban en ese proceso juntas. Ella debía unirse a sus hijas en vez de manejarlas. El resultado fue hablar, jugar y reírse más de lo que habían hecho en muchos meses. En algún momento, Conley recordó que son parte del mismo equipo tanto como son madre e hijas. En su relación, hay sitio para estas manifestaciones, aun cuando no puedan coexistir en el mismo momento.