Cuando estás hablando con otra persona, es fácil no darte cuenta de cuando se han cansado de escucharte, cuando están tratando de interrumpirte o cuando te están dando señales de que deben irse, de acuerdo a Mark Goulston en Harvard Business Review.
Hay tres etapas en una conversación. En la primera, estás en la tarea, eres relevante y conciso. Pero inconscientemente, mientras más hablas, más alivio sientes, lo cual es bueno para ti pero no tanto para tu interlocutor. Esta es la segunda etapa, cuando se siente tan bien hablar que no te das cuenta que la otra persona no te está escuchando.
La tercera etapa ocurre cuando pierdes lo que estabas diciendo y te das cuenta de que debes atraer la atención de la otra persona. Pero en vez de preguntarle algo, tu primer impulso será hablar más para tratar de retener su interés.
Todos los humanos quieren ser escuchados. El proceso de hablar de nosotros mismos produce dopamina en el cerebro, la cual nos hace sentir bien. Una razón por la que las personas que hablan mucho lo hacen es porque les hace sentir bien.
Durante los primeros 20 segundos, tienes paso. Le estás gustando a tu interlocutor, con tal de que tu frase sea relevante. Pero si no eres el mejor orador, las personas que hablan más de medio minuto suelen ser aburridas y hablan de más. En los siguientes 20 segundos, esta persona puede empezar a perder el interés. Después de eso, estas en una zona de peligro.
No todas las conversaciones son así, pero si estás tratando de impresionar a alguien, sigue esta regla. Hablar demasiado no te hace lucir más inteligente y es más difícil tener una buena charla con alguien que está monopolizando la conversación.
Para evitar que esto ocurra, haz preguntas, trata de agregar a lo que ellos dicen e inclúyelos en la conversación para que sea un diálogo y no una diatriba.