Un horizonte brillante exóticas islas inhabitadas, un milagro ingenioso y una jungla misteriosa: y todo esto en una ciudad. Solo hay pocos lugares donde puedes visitar todos estos extremos a la vez, pero es posible en Ciudad de Panamá. Aquí siguen las mejores razones para visitar la ciudad.
1. Ciudad de Panamá está en pleno auge

¿Te apetecen más el lujo, el brillo y el glamour? Entonces ve al distrito de negocios de la ciudad. Hay suficientes rascacielos donde puedes coger una habitación de hotel bonita, con unas vistas estupendas. Desde una puedes ver la ciudad, desde la otra el cabo en que décimas de barcos están esperando el permiso para entrar el famoso canal de Panamá. En esta parte de la ciudad encuentras todo lo que se puede esperar de un distrito de negocios: bares de la azotea locos, edificios brillantes, los mejores restaurantes y hoteles muy modernos.
2. Es tu nuevo horizonte favorito

El horizonte de la Ciudad de Panamá es uno que nunca olvidarás. Desde décimas de lugares en la ciudad puedes hacer fotos maravillosas, pero no hay ni un lugar que es tan bonito como el Cerro Ancón, el punto más alto de la Ciudad de Panamá. El Cerro Ancón se sitúa en unos kilómetros fuera de la ciudad y tienes que subir un buen cacho, pero realmente vale la pena.
El Cerro Ancón era territorio americano por mucho tiempo. Desde esta montaña los americanos guiaron la construcción del canal de Panamá. Debido al proyecto tuvieron gran influencia en Panamá por casi un siglo. Solo en 1977 dejaron esta influencia de gran alcance, y se fueron los americanos.
Andas bien por media hora y llegas a la cima. Una vez allí, encontrarás dos miradores. Desde el primero puedes ver el este de la ciudad. Te darás cuenta pronto: nunca habías visto un horizonte tan bonito. Reconoces los edificios de tu visita al centro financiero; el sacacorchos; el edificio Batman y la Torre Trump. Desde el Cerro Ancón lo podrás ver desde abajo hasta arriba. Pues ten una batería de cámara llena y ve en un momento en que la luz del día es más bonita, porque aquí seguro que llenarás tu tarjeta de memoria.
Unos metros más lejos, al lado occidental del Cerro Ancón, tienes unas vistas en el canal de Panamá, el gran orgullo del país. En la lejanía ves las esclusas de Miraflores, el lugar donde pasan decenas de barcos cada día. Es tiempo para bajar y visitar este lugar de interés.
3. Un libro de chicos apasionante

Desde la construcción misma hasta la historia: todo sobre el canal de Panamá es legendario y quizás esta es la mejor razón para ir de viaje a Centroamérica. Todo el mundo depende del proyecto, ya que una gran parte del transporte intercontinental pasa por ello. Diariamente navegan décimas de barcos desde el Caribe a través del canal al Pacífico, y al revés. Para llegar de un lado al otro tienen que pasar por varias pequeñas esclusas. En Panamá hay tres puntos en que puedes ver esto. Uno en el norte, Gatún, y dos en la capital; Pedro Miguel en Miraflores.
El mejor lugar es Miraflores. Allí puedes contemplar todo el proceso desde un balcón grande. Ves como eso barcos gigantes, a veces tan grandes como un edificio de apartamentos, entran la primera esclusa cuidadosamente, la cual se llena con agua. Cuando el buque enorme está en la altura correcta, ocho pequeñas locomotoras lo llevan lentamente por la esclusa. No hay espacio para errores, ya que solo cabe muy justo: las esclusas tienen una anchura de unos 33,53 metros y algunos barcos tienen una anchura de 32,3.
En Miraflores también encuentras un museo del canal. Las historias que oyes allí podrían haber venido de un libro de chicos apasionante. Todo empezó al final del siglo XIX, cuando los franceses tuvieron la idea de hacer un canal cruzando Panamá. El proyecto parece demasiado difícil y fracasa completamente. Durante la construcción más de 20.000 empleados murieron por malaria y otras enfermedades no conocidas por los europeos. La construcción fracasa, los franceses vuelven a casa y parecía que el canal nunca se haría realidad. Pero en principios del siglo XX los americanos lo intentan de nuevo. Habían aprendido de los errores de los franceses y al final hay un final feliz: el canal de Panamá se abre en 1914.
4. Un viaje por lo salvaje

Las esclusas modernas son impresionantes, pero la parte natural del canal de Panamá también vale la pena visitar. Ve a una expedición por el Lago Gatún. La aventura empieza en los embarcaderos privados de uno de los hoteles más bonitos, el Gamboa Rainforest Resort. Desde allí salen diariamente barcos para un viaje por el lago. Primero pasas los buques de carga enormes que están viajando por el canal de Panamá y luego de repente entras con el barco en un mundo escondido. Bienvenido en la jungla de Panamá. Esperemos que hayas cogido un viaje muy largo, porque aquí hay muchísimo que ver. El guía te contará sobre los animales especiales que verás. Las selvas están llenas de monos capuchinos, cocodrilos y mariposas con colores muy bonitos. Puedes acercarte bastante con el barco, aunque tienes que tener cuidado que los monos no saltan en el barco.
5. Bocas del Toro; nunca volver a casa

¿Dónde mejor terminar tu viaje que en una isla desierta? Como prometido, todo es posible en Panamá y entonces también descansar en el paraíso. En la costa noroeste del país se sitúa ese paraíso, Bocas del Toro, y puedes llegar en solo una hora en avión desde la capital. Pues haz tu maleta de nuevo y toma un vuelo nacional a la isla más bonita del archipiélago; Isla Colón. La capital de la isla, que también se llama Bocas del Toro, tiene un centro bonito con pequeñas casitas de madera colorada y un ambiente caribeño.

Para la verdadera sensación de vacaciones deberías elegir un hotel al lado del agua, como por ejemplo Hotel Bocas Town. Una cabaña rosa de madera con un porche al lado del mar. No esperes demasiado lujo aquí, el servicio es simple. Pero se te olvida rápidamente cuando hay colibríes volando alrededor de tu cabeza y cuando el taxi de agua te viene a buscar para un día inolvidable en el mar. Pregunta al capitán de llevarte al cabo de los delfines, por ejemplo, donde con un poco de suerte puedes ver delfines. Justo cuando piensas que ya no los vas a ver, los delfines saltan de las olas. Siguen el barco y juegan en las olas. ¿Te has cansado de todas las impresiones? Déjate llevar a una de las islas desiertas pequeñas. Allí puedes tomar el sol en las desoladas playas blancas de arena y hacer esnórquel en el mar azul. Hay una cosa que sabes con seguridad: nunca volverás a casa.