Los científicos han descubierto que un medicamento, la semaglutide, puede ayudar a las personas con sobrepeso y obesidad a perder más de una quinta parte de su peso, lo que supone un verdadero avance en la lucha contra estas enfermedades.
La semaglutide, fabricada por el gigante farmacéutico danés Novo Nordisk, ya está en el mercado como tratamiento para la diabetes de tipo 2. Pero en un nuevo ensayo clínico publicado en el New England Journal of Medicine, investigadores de la Universidad Northwestern de Chicago y del University College London (UCL) han probado el fármaco a una dosis mucho mayor como agente contra la obesidad.
Gamechanger
Como parte del estudio de fase 3, casi 2.000 participantes de 16 países se inyectaron semaglutida o un placebo semanalmente durante 68 semanas. Según un estudio, un tercio de los pacientes que recibieron una inyección del supresor del apetito perdieron más del 20% de su peso corporal. De media, perdieron un 15%, frente al 2,4% de los que recibieron un placebo.
El profesor Robert F. Kushner, de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad de Northwestern, declaró a The New York Times que “este medicamento cambia las reglas del juego”. ‘Este es el comienzo de una nueva era de tratamientos eficaces contra la obesidad’.
Efectos secundarios
Sin embargo, también se observaron algunos efectos secundarios en los participantes que recibieron el fármaco, como náuseas, diarrea y algunos casos de pancreatitis aguda. Y todavía se están realizando estudios de cinco años para ver si la pérdida de peso puede mantenerse a largo plazo.
El profesor Stephen O’Rahilly, de la Universidad de Cambridge, declaró al periódico británico The Times: “Encontrar un supresor del apetito eficaz y seguro para tratar la obesidad ha sido un santo grial durante muchas décadas. Los resultados presentados en este artículo sugieren que la semaglutida es muy eficaz como agente de pérdida de peso y que, aunque tiene efectos secundarios, éstos son predecibles y reversibles y no lo suficientemente graves como para causar alarma.
Fuente: The New York Times