La mejor manera de saber cómo es realmente un perro es simplemente olvidar todo lo que creemos saber sobre los perros. Con el título Del interior de un perro: lo que los perros ven, huelen y saben, Alexandra Horowitz escribió un libro sobre el complejo mundo de los perros. Lo primero que tenemos que olvidar es nuestro antropomorfismo, escribe; una palabra difícil que describe el hábito de ver todo con formas humanas.
1. Los humanos no suelen pensar en los olores, por ejemplo

Los olores son fenómenos marginales en un mundo en el que estamos inundados diariamente de información visual. Pero como un humano ve el mundo, el perro huele el mismo mundo. El universo del perro es una gran colección de olores complejos. Si la nariz humana tiene unos 6 millones de receptores, la del perro tiene más de 300 millones. Podemos oler que un café contiene una cucharada de azúcar; un perro puede detectar la misma dosis de azúcar, incluso cuando se deja en 3,7 millones de litros de agua.
2. Imagina que puedes relacionar todo lo que ves con el olor correspondiente a esa observación

Cada pétalo de rosa puede tener un olor diferente porque ha sido visitado por un insecto diferente y cada uno de esos insectos ha dejado allí una huella diferente. Una hoja arrancada deja una gran cantidad de sustancias químicas. Imagine que puede oler continuamente cada detalle de lo que ve. Sólo entonces estarías realmente en el mundo de los perros.
3. Los perros utilizan su olfato para ganarse su lugar en el mundo

Mientras que los humanos intentan ocultar el olor que difunden, los perros se enorgullecen de depositar su olor siempre que es posible. Los amantes de los perros están familiarizados con la costumbre de su mascota de dejar rastros de orina por todas partes. Se suele decir que el perro marca su territorio haciendo esto. Pero la investigación pone en duda esa teoría. Las sustancias químicas de la orina dan a otros perros información sobre su disposición sexual. La micción da a los demás perros detalles sobre quién es el pipiolo, la frecuencia con la que viene a este lugar, cuáles son sus éxitos recientes y cuál es su interés por las relaciones sexuales. La micción constituye una especie de boletín de salud que sustituye constantemente los mensajes antiguos por otros nuevos.
4. Los perros no piensan como las personas

Cuando ven y huelen los objetos, se parecen más a las cosas de los perros que a las de los humanos. No es porque sepamos que una silla es para sentarse que el perro hace la misma conexión. Sólo cuando el perro esté entrenado para sentarse en una silla, atribuirá una función de sentado a la silla. Pero si no es así, experimentará las sillas, las mesas, las camas y los canapés más bien como obstáculos que le impiden llegar a su función de comer, que es la cocina. Muchos objetos tienen una función alimentaria para los perros. Cualquier cosa que el animal pueda llevarse a la boca: un bolígrafo, una muñeca, un balón de fútbol, un oso de peluche… Los excrementos no suelen estar en el menú de los humanos, pero a los perros no les molestan en absoluto. Los perros también tienen un papel, que ocupa todo lo que el animal puede revolcarse.
Un perro no tiene ni idea de lo que es un martillo. Hasta que ese martillo pueda asociarse a una persona que ama. Si el martillo es utilizado por su dueño, otro perro dejará gustosamente algo de orina en él.
5. A los perros les encanta lamer la cara de la gente

Muchos dueños de perros ven esto como una forma de afecto. He aquí una mala noticia: las investigaciones han demostrado que los caninos jóvenes lamían la cara y el hocico de sus madres cuando volvían de cazar. Esta acción habría acelerado la regurgitación de los restos de comida a medio digerir. Además, a los perros les encanta el sabor de nuestra boca. Los perros tienen receptores gustativos para lo salado, lo dulce, lo amargo, lo ácido y muchos otros. Así, cuando un perro intente lamer su boca, buscará los restos de comida que acaban de desaparecer allí.
6. Ahora la buena noticia: debido a los frecuentes lamidos de boca, el ritual se ha convertido en un saludo más que en una petición de comida.

El perro ahora dice “hola”. Los perros se lamen el hocico para dar la bienvenida al otro perro y oler lo que ha hecho. Cuando se cruzan con otro perro, esos lametones suelen ir acompañados de movimientos de la cola, bocas abiertas y otros signos de excitación. Lo mismo ocurre cuando vuelves a casa después de una ausencia de 20 minutos. Pero ahora se puede decir que el perro lo hace porque simplemente está contento.
7. Por último, está la mirada fija
Mira a un perro a los ojos y te devuelve la mirada. Nuestros perros conocen todos nuestros secretos: saben a dónde vamos y de dónde venimos; con quién nos acostamos y qué comemos. Un perro siempre tiene a su amo a la vista. Nunca, nunca los aburrimos. Cada expresión facial cambiante se registra, cada estado de ánimo y cada característica externa cambiada. Los perros son antropólogos natos. Los eternos estudiantes de nuestro comportamiento. A diferencia de nosotros, nunca se acostumbran a la gente.
Fuente: Del interior de un perro: lo que los perros ven, huelen y saben.