Estados Unidos lleva décadas viviendo por encima de sus posibilidades. El último presidente que equilibró su presupuesto fue Bill Clinton de 1998 a 2001. Pero Estados Unidos tiene un importante gasto público (educación, investigación, seguridad social, infraestructuras, transición energética). Sin embargo, muchos estadounidenses no creen que esta factura deba ser pagada por ellos. Porque el gobierno estadounidense -como ocurre en muchos países- tiene fama de derrochador.
¿Por qué es importante?
La perversidad de Estados Unidos radica en que se niega a financiar el gasto público necesario mediante impuestos. Los gastos se pagan mediante la financiación de la deuda externa y la transferencia a Estados Unidos de una parte importante del ahorro mundial. Esto es a costa del desarrollo de otros países.
La prueba de este despilfarro se encuentra en la valoración fiscal del jefe de Tesla, Elon Musk, la persona más rica del mundo. Tiene que soltar unos 12.000 millones de dólares en impuestos. Esto es, si ejerce todas sus opciones que expiran el próximo año. Es una suma colosal. Pero teniendo en cuenta el despilfarro del gobierno estadounidense, que gasta 18.600 millones de dólares al día, la contribución de Musk es lo justo para mantener a ese gobierno con vida durante 15 horas y 25 minutos.
Reaganomics: “El gobierno es el problema, no la solución”
Aumentar los impuestos para financiar el gasto público es siempre una cuestión políticamente delicada en Estados Unidos. Fue Ronald Reagan quien dijo a los estadounidenses, hace ya 40 años, que el gobierno nunca era la solución, sino siempre el problema. “Ningún gobierno ha reducido voluntariamente su tamaño. Los programas gubernamentales, una vez iniciados, nunca desaparecen”, fue la traducción correcta de su Reaganomics.
Aumentar los impuestos, dijo, sólo conduce a más burocracia y menos agilidad. En el primer año de su presidencia, los tipos del impuesto federal sobre la renta se redujeron considerablemente con la firma de la Ley de Impuestos para la Recuperación Económica de 1981. Los tres últimos presidentes -George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump- siguieron acumulando déficits.
Esto ha provocado un déficit presupuestario crónico en Estados Unidos y una gigantesca deuda nacional. Esto ha provocado un déficit presupuestario crónico en EE.UU. y una gigantesca deuda nacional, que ahora asciende a más de 29 billones de dólares. En los dos últimos años se han sumado nada menos que 6.000 mil millones. El gobierno de Biden tampoco aumentó los impuestos sobre los beneficios y el patrimonio.
1. El estancamiento político dificulta un sistema fiscal sólido
El estancamiento político en Estados Unidos impide que las subidas de impuestos (línea morada) sigan el ritmo de los aumentos del gasto público (línea gris claro), según un estudio del banco de negocios francés Natixis. El resultado es, por tanto, un déficit presupuestario estructural.
2. Los estadounidenses ahorran poco o nada
Los estadounidenses ahorran poco o nada. El año corona 2020 es la excepción que confirma esta regla
3. Los países extranjeros acuden al rescate
Por lo tanto, el país está acumulando un déficit crónico con respecto al exterior. Pues ese déficit se financia transfiriendo gran parte del ahorro del resto del mundo a los Estados Unidos. El siguiente gráfico muestra cómo los extranjeros están comprando masivamente acciones y bonos estadounidenses (en porcentaje del PIB).
4. Una situación totalmente ineficiente y perversa
Se trata de una situación totalmente ineficiente, ya que Estados Unidos sigue siendo el país con el mayor PIB per cápita del mundo. Así que, en lugar de seguir financiando el estilo de vida estadounidense, estos ahorros podrían utilizarse mucho mejor para seguir desarrollando países con baja renta per cápita.